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Solsticio de Inverno


Los Mayas sacaron números y cálculos astronómicos que podrían hacer que nuestras cabezas nadaran, pero nada tuvo más significado para ellos que los movimientos del sol.


El calendario Maya Haab está vinculado con el tiempo que el toma a la tierra rotar al rededor del sol, y el número cuatro fue importante para ellos. Los arqueólogos sugieren que podría ser porque el cuerpo humano tiene cuatros extremidades; una casa tiene cuatro poste; una milpa tiene cuatro entradas; y el sol tiene cuatro trayectorias en los viajes entre estaciones: dos solsticios y dos equinoccios.


Para los mayas, el solsticio de invierno permite convivir de una manera profunda con la familia, vivencias que se dan entre hombres y mujeres, niños y niñas, ancianos y ancianas, grandes y pequeños, se celebra con todos.


Tienen una concepción del mundo en la que el ser humano está integrado a la naturaleza de manera permanente y por lo tanto, se convive en armonía con los animales, las plantas y las cosas. Ahora bien, para esta interrelación que hay entre todo lo que nos rodea es preciso respetar y valorar los cuatro elementos fundamentales de la vida según las grandes culturas antiguas: el agua, el aire, el fuego y la tierra, componentes que mantienen estrecha relación con el Creador y Formador.

Todo radica en el hecho mismo reunirse con la familia, de compartir, de dialogar y de intercambiar experiencias. Los participantes tienen la oportunidad de actualizar sus vidas desde todos los puntos de vista cotidianos como el comercio, la agricultura, o la actividad profesional tiene una convivencia holística en la que todos estamos interrelacionados.

Cabe recordar que cuando el cristianismo comienza a propagarse en Europa, asimila las fiestas solsticiales a sus propios ritos y símbolos. De allí que se fija la fecha del nacimiento de Jesús en el Solsticio de Invierno del Hemisferio Norte.


Daniel Matul de la Liga Maya Guatemala, menciona que fue en el siglo IV, durante el Concilio de Nicea I, que se autorizó el traslado de la fecha del nacimiento de Jesús del 6 de enero, al 25 de diciembre. Aunque los españoles pretendieron suprimir la creencias originales, los mayas actuales siguen celebrando el Solsticio de Invierno. “La importancia del 24 de diciembre se debe a que consideramos al Sol como una fuerza motriz del sistema planetario”, dice Matul.

Las celebraciones mayas del Solsticio de Invierno empiezan en noviembre, añade Matul: “El Sol -Hun Ajpú- y la Luna -Ixbalanqué- , comienzan a introducirse en el mundo de las sombras, bajan a la oscuridad: Xibalbá”. Estas finalizan con ceremonias el 21 y 22 de diciembre. El Sol empieza a “emerger victorioso”.

Así, desde el mundo de las sombras, aunque se observa, según Matul, a más de la mitad de la población maya que participa en las ceremonias de la religión católica y evangélica, los aborígenes siguen practicando su “tradición espiritual”.

http://polemicarevista.com/navidad-maya/1351



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