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Jaguar: bajo su signo.

Una Aventura por este bellísimo estado regala buen comer, beber, conocimiento, historia, aventura y naturaleza. Aquí la probadita de un lugar que exige seguir el romance en cada visita.

Quinta Montes Molina


Cada uno tiene su primera imagen de Yucatán. La mía fue desde el avión: el mar, los cenotes, el entramado verde natural y, por supuesto, Mérida.


La célebre “Ciudad Blanca” es el punto de partida para nuestra aventura por este hermoso estado del sureste mexicano. La urbe moderna fue fundada por los españoles en 1542 sobre un antiguo asentamiento maya y construido piedra por piedra con la famosa caliza de sus rancias construcciones.


Uno no queda indiferente ante el limpio trazado de estas calles, la belleza colonial de las fachadas, el ritmo pausado y el trato amable de sus habitantes.


En Mérida debe caminarse; hay que vagar por su centro, sentarse en su plaza, saborear una “marquesita” en la calle, comprar una guayabera tradicional, entrar a la Catedral de San Ildefonso y a sus templos y, claro, maravillarse ante las magníficas casonas, restaurantes, hoteles y centros de diversión del afrancesado Pase Montejo, la avenida citadina de mayor abolengo.


Pero Mérida no sólo tiene un lado histórico y de grata contemplación: aquí también conviven las expresiones más altas de la cultura y el desarrollo contemporáneos, en un sitio que es punta de lanza en el sureste mexicano: hay nuevos centros de convenciones, un premiado y modernísimo Museo del Mundo Maya y, desde luego, la facilidad de trasladarse a otros puntos de negocio y recreación de la Península, en específico, Cancún y la Rivera Maya.


El viaje a Yucatán implica siempre un deleite para el paladar: la fiesta de sabor se experimenta en platillos tradicionales como el poc chuc, el relleno negro, los papadzules, los panuchos y a imperdible cochinita pibil, aunque cabe agregar que en Mérida hay una pujante oferta restaurantera de vanguardia: tan fina como Rosas & Xocolate, en un notable hotel boutique con spa; íntima y para compartir con los amigos en un ambiente relajado que concreta los logros de la nueva escuela gastronómica de la zona, como los liches: Botellas y SArtenes; o llena de elegancia italiana, gran servicio y excelente gusto enológico, como Olivia Enoteca. Asimismo, la ciudad blanca se abre a nuevos conceptos artísticos con la exigencia de galerías emergentes que se enfocan en el arte más desafiante y propositivo; y además busca un mayor contacto con la cominudad y dialogan con expresiones nacionales e internacionales de la plástica, la intalación o el diseño, como Noox Azcorra, afincada en una antigua hacienda al sur de la ciudad.

Galería Noox Azcorra


Desde Mérida, el camino a las maravillas naturales e históricas de la Península se vuelve una experiencia orgánica abarcadora. Uno puede viajar a Celestún y partir en lancha por el río en una excursión por la Reserva de la Biosfera que enlaza a Yucatan con Campeche en aproximadamente 600 km2 de manglares y lagunas. Uno de los grandes atractivos del recorrido es la contemplación de flamencos, de un color rosa intenso; pero el visitante quedará extasiado cuando penetre a los recodos de los manglares y mire los tonos vinosos, rojos y naranjas del agua, en un espectáculo colorido ideal para las postales, la fotografía de naturaleza en Instagram.



El ecoturismo se una con la historia en zonas arqueológicas como Ek Balam (Jaguar negro, en maya), donde se yergue por encima de las espesa vegetación una pirámide de impactantes dimenciones, la llamda Acrópolis. Al ascender poe esta edificación con casi 30 metros de alto y más de 150 de frente, uno encuenta la entrada al altar del jaguar como boca dentada, pavorosa y llena de detalles. Para refrescarse y sumar adrenalina, uno puede hacer en bicicleta un trayecto de dos kilómetros hasta el cenote Xcanche y disfrutar de actividades como rapel, tirolesa y nadar en estos pozos frescos, ricos en simbolismos rituales.


De premio, ¿qué tal una deliciosa orden de poc chuc caser, con tortillas hechas a mano en el comal sobre carbones ardientes?


Otra visita obligada y llena de historia lleva a la legendaria Chichén Itzá, donde además del recorrido por los edificios monumentales, la cultura maya se enmarca ahora mediante una proyección audiovisual nocturna sobre las mismísmia pirámide de Kukulkán (en el show Noches de Kunkukán), bajo la noche estrellada y frente al encanto de una de las ciudades más importantes del México Prehispánico.


Seguro, tranquilo, dotado de naturaleza exuberante y con el giro del maya como lengua de uso diaria, Yucatán ofrece comida, bebida, placer, historia, transportación y un toque del México más fotogénico con desarrollo de vanguardia. La belleza del estado, su atmósfera clama y sus inolvidables postales invitan a regresar y extender el romance en cada nueva visita.

Adán Medellín @adan_medellin Fotografías: SEFOTUR Y GALERÍA NOOX AZCORRA

playboy.com.mx

DICIEMBRE, 2015.


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