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RSDNSART KANKABAL Río Lagartos

Lunes 22 de junio, ¿hay mejor manera de empezar la semana que de excursión? Nos montamos en la camioneta y recorremos los 138km que separan Kankabal de Río Lagartos en apenas dos horas. Algunos de los integrantes del tercer grupo de RSDNSART KANKABAL son los animados a descubrir este rincón de la península de Yucatán, el cual después de este día, se convertirá en uno de los favoritos.

Cenotillo, Sucilá, Tizimín, Loché y por fin Río Lagartos, donde el salitre evaporado en el aire se nos pega a las ropas que traemos. En la entrada del pueblo nos está esperando don Alberth, quien nos descubrirá los sorprendentes secretos que esconden los manglares. Nada más disponernos a navegar, Alberth nos descubre el Pájaro Bobo Café, un ave migratoria tímida aunque generosa, que permite que nos acerquemos lo suficiente para que podamos disfrutar de su belleza inusual a nuestros ojos. Navegamos felices entre los manglares, divisando todo tipo de garzas y pelícanos hasta que nuestro ya amigo Alberth se detiene y saca de su bolsa unos pescaditos. Entonces comienza una plática rápida con un Águila Menor que lleva observándonos un buen rato para acabar aventándole uno de los manjares que traía en la bolsa. Con la boca abierta presenciamos cómo el águila emprende su vuelo y agarra su fácil presa ágilmente a apenas 5m de nuestra barquita. Después de este show nuestro experimentado guía nos lleva a unas salinas donde el agua nos hace flotar, sintiéndonos literalmente en las nubes.

Navegamos entre los flamencos, viéndolos pasear y refrescarse tranquilamente, para finalmente llegar al destino deseado desde el principio: el barro. Una explanada lodosa de color blanquecino se extiende ante nosotros, otorgándonos la oportunidad de rebozarnos en él y sentir sus mágicos beneficios. Sin titubear ni un segundo comenzamos a tapar nuestra piel algo quemada por el sol con esta sustancia tan espesa y blanca, permitiendo a nuestros niños interiores jugar como años atrás lo hacían. La vuelta hasta la playa Kuká resulta muy divertida, surfeando las olas creadas por otras lanchas mientras sentimos cómo se nos cuartea esta nueva piel escamosa de barro blanco.

El chapuzón de agua transparente en este pedacito de tierra deshabitado resulta tan agradable que lo demoramos hasta que nuestros estómagos comienzan a quejarse, quieren probar los manjares marinos que nos aguardan en la costa.


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